Mi afición por la montaña

Este fin de semana buscando en el cajón de los trastos de mis padres, me he dado con un álbum de fotos de unos Tíos-Abuelos. Para mi sorpresa, también montañeros.
No me queda de ellos ni un solo cacharro ¿quien se los habrá quedado?.
Con este álbum me doy por satisfecho, pues ahora me he dado cuenta de donde me viene la afición por la montaña.
He digitalizado las fotos y no han quedado muy mal....paso a contaros lo que en el álbum encontré de esta subida al Caballo.



Antiguamente no todo el mundo tenía coche y menos aún un Todo Terreno, pasaban semanas lloviendo, se cortaban carreteras .... Si querian realizar esta ascensión estaban obligados a madrugar puesto que para hacer cumbre en el Caballo, en Febrero; no se podían descuidar.
Partían desde el propio Nigüelas por sus empinadas calles frías



Desde la Razuela se podía ver lo pequeño que era Nigüelas en aquellos años



terminando de repasar la mochila



y tras llenar agua en el pilarillo,



acometiron por el Corredor de la Cruz para acortarle algo a la veredilla principal



Fue una de las madrugadas más frías de febrero,



con el objetivo en frente



no era lo que más les importaba.
Los Chaparros les resguadarían.



Tenían la esperanza de encontrar nieve poco más arriba de la Haza Llana.



Si que tuvieron suerte, el tiempo les dejó una ventana, la nieve bajita....



Lástima que no tuviesen nuestras cámaras de hoy día, porque seguro que los amaneceres no tenían desperdicio.



El Caballo precioso como siempre.



Esta estaba muy estropeada y no me quedaba bien. Pongo la original, fue una de las que más me impactó al saber que ya se protegían del sol



Como había mucha nieve decidieron tirar directos sin entretenerse mucho en buscar el Barranco del Caballo; eran conscientes de lo que les quedaba y la vuelta , puffffff...



El Trevenque pasaba los inviernos cubierto de nieve



Curioso que utilizaran la vuelta maría; ¿Como se le llamaría antes?



Antiguamente no era como ahora; no se encontraban con nadie



tan solo con ejemplares como este.



Los Cortijos de Don Celestino (como ellos los conocían) se quedaban atrás.



Agradecieron el sol en este día tan frío



pero hasta ahora no habían pensado en abandonar.





Fue en la misma cuerda donde llegó la duda. El viento soplaba fuerte y aun les quedaba mucho. Además no podían volver de noche, porque agotaron el aceite de las candelas en la subida (era la primera vez y no tenían cálculo).





Solo faltó un empujoncito.





Cada vez más cerca.



Un día perfecto.



Nieve buena para foquear, pero algo costra. El frío no la dejaría transformar.



En la ultima parte arreció el viento.



Ya no quedaba casi nada, tenian que conseguirlo!
De tanta nieve el pico había perdido complétamente su forma. Esta vez pudieron encumbrar sobre las tablas sin ponerse los hierros.



Contentos de su hazaña.



Hoy todo el mundo conoce El Caballo pero antaño era un privilegio subir hasta aquí y disfrutar de estas vistas







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